lunes, 27 de abril de 2020


LENGUA 1º Y 2º   (Entregar tarea antes del miércoles noche)               

¡¡CUADERNO ORDENADO, LIMPIO Y BUENA LETRA!!
  

Actividades para 1º de Primaria  


Lectura del cuento "Aladín y la lámpara maravillosa"(está abajo). Puedes leerlo otra vez en alto,

 cuidando la entonación de las preguntas y las admiraciones. Para un poquito en los puntos.También

 puedes hablar de distinta forma según el personaje.


 Escribe en tu cuaderno el título del cuento.

Haz un dibujo sobre alguna escena del cuento:  

Haz una copia del primer párrafo (es decir desde que empieza el cuento hasta el primer punto y aparte. 

Escribe. ¿Cuáles son los presonajes principales del cuento? ¿Quë personaje te gusta más? ¿Por qué?

Cuéntale el cuento a tus papás o hermanos. 



                                                                                                                                                                       



Actividades para 2º de Primaria


Lectura del cuento

Hacer un dibujo de una escena del cuento

El cuento es un texto narrativo, por tanto consta de tres partes: Introducción, Nudo y Desenlace.

Escribe:

- La primera oración de la Introducción
-La primera oración del Nudo 
-La primera oración del Desenlace


Hacer un resumen en 20 líneas aproximadamente.

Inventa otro final para el cuento (10 líneas)




Recuerda
Para hacer un buen resumen sigue estos pasos:
  1. - Lee el texto de forma rápida para saber de qué tipo es.
  2. - Lee una segunda vez más despacio para fijarte en detalles del
  3. texto: personajes principales y secundarios, tema del que trata, etc.
  4. - Subraya (si es posible) las ideas principales o los acontecimientos más importantes del texto.
  5. - Escribe con tus propias palabras el texto desde el principio hasta el final pero de forma condensada; es decir, las ideas más importantes. ¡Cuidado! las ideas deben ser coherentes para que las personas que lo lean lo entiendan perfectamente.



      Aladino y la lámpara maravillosa  
Había una vez un muchacho llamado Aladino que vivía con su madre en una casa sencilla y humilde del lejano Oriente. Todas las mañanas recorría el centro de la ciudad en busca de algún alimento que llevarse a la boca. 

Un día, mientras  paseaba entre los puestos de fruta del mercado, se cruzó con un hombre muy extraño que le dijo.
¿Tú eres Aladino, el hijo del sastre, verdad?
– Sí, pero… ¿Quién es usted?
– ¡Soy tu tío! No me reconoces porque hace muchos años que no vengo por aquí. Veo que llevas ropas muy viejas y estás muy flaco. Yo te ayudaré, pero a cambio necesito que me hagas un favor. Ven conmigo y si haces lo que te indique, te daré una moneda de plata.
 El desconocido tenía razón. Parecía un mendigo flaco y sucio. Aladino bajó la cabeza un poco avergonzado y decidió seguirlo hasta  una zona apartada del bosque. Una vez allí se pararon frente a una cueva escondida en la montaña.
– Aladino, yo soy demasiado grande y no quepo por el agujero de la entrada. Entra tú y tráeme una lámpara de aceite muy antigua  que verás al fondo del pasadizo. No quiero que toques nada más, sólo la lámpara ¿Entendido?
Aladino obedeció y penetró en un largo corredor bajo tierra. Vio la lámpara encendida y junto a ella muchas joyas, monedas y piedras preciosas.  ¡Jamás había visto tanta riqueza! Se dio prisa en coger la lámpara,  pero no pudo evitar llenarse los bolsillos de monedas.
Lo que más le gustó, fue un ostentoso y brillante anillo que se puso en el dedo índice.
– ¡Qué anillo tan bonito! ¡Y encaja perfectamente en mi dedo!
Volvió hacia la entrada y al asomar la cabeza el hombre le dijo que le diera la lámpara.   – Te la daré, pero antes déjame salir de aquí.
– ¡Te he dicho que primero quiero que me des la lámpara!
– ¡No, no pienso hacerlo!
El extranjero se enfureció tanto que tapó la entrada con una gran losa de piedra, dejando al chico encerrado en el húmedo y oscuro pasadizo subterráneo.
¿Qué podía hacer ahora? ¿Cómo salir de ahí con vida?…comenzó a llorar y acarició el anillo y de él salió un genio. ¡Aladino casi se muere del susto!
– ¿Qué deseas, mi amo? Pídeme lo que quieras que te lo concederé.
El chico le dijo que quería regresar a su casa. En cuanto pronunció estas palabras, como por arte de magia  apareció en su hogar y le contó  a  su madre, temblando, todo lo sucedido. Después, más tranquilo, cogió un paño de algodón para limpiar la sucia y vieja lámpara de aceite. En cuanto la frotó,  otro genio salió de ella.
– Estoy aquí para concederle un deseo, señor.
Aladino y su madre se miraron estupefactos. pero Aladino reaccionó enseguida y se dirigió así al genio.
– ¿Tenemos hambre!
Acto seguido, la vieja mesa de madera del comedor se llenó de deliciosos manjares. Pero eso no acabó ahí porque, a partir de entonces y gracias a la lámpara que ahora estaba en su poder, Aladino y su madre vivieron cómodamente; todo lo que necesitaban podían pedírselo al genio y no volvió a faltarles de nada.
Un día, en uno de sus paseos matutinos, Aladino vio pasar, subida en una litera, a una mujer bellísima de la que se enamoró instantáneamente. Era la hija del sultán. Regresó a casa y como no podía dejar de pensar en ella, le dijo a su madre que tenía que hacer todo lo posible para que fuera su esposa.
¡Esta vez sí tendría que abusar un poco de la generosidad del genio para llevar a cabo su plan! Frotó la lámpara maravillosa y le pidió tener una vivienda lujosa con hermosos jardines, y  cómo no, ropas adecuadas para presentarse ante el sultán, a quien quería pedir la mano de su hija. Tan impresionado quedó el sultán que aceptó que su bella hija fuera su esposa.
Aladino y la princesa Jazmín, se casaron unas semanas  después y desde el principio, fueron muy felices.
Pero una tarde, Jazmín vio por la casa la vieja lámpara de aceite y como no sabía nada, se la vendió a un trapero que iba por las calles comprando cachivaches. Por desgracia, resultó ser el hombre malvado que había encerrado a Aladino en la cueva. Deseando vengarse, el viejo recurrió al genio de la lámpara y le ordenó, como nuevo dueño, que todo lo que tenía Aladino, incluida su mujer, fuera trasladado a un lugar muy lejano.
Y así fue… Cuando el pobre Aladino regresó a su hogar, no estaba su casa, ni sus criados, ni su esposa… Ya no tenía nada de nada.
Comenzó a llorar con desesperación  y recordó que el anillo que llevaba en su dedo índice también podía ayudarle. Lo acarició y pidió al genio que le devolviera todo lo que era suyo pero,  desgraciadamente, el genio del anillo no era tan poderoso como el de la lámpara.
– Mi amo, es imposible para mí concederte esa petición, pero sí puedo llevarte al lado de tu mujer.
Aladino aceptó y automáticamente se encontró en un lejano lugar junto a su bella Jazmin, que por fortuna, estaba sana y salva. Sabían que sólo había una opción: recuperar la lámpara maravillosa como fuera para poder regresar a la ciudad con todas sus posesiones.
Juntos, idearon un nuevo plan. Pidieron al genio del anillo un narcótico y a  la hora de la cena, Jazmín lo echó en la copa del malvado. En cuanto se sirvió una copa y mojó sus labios, cayó dormido en un sueño que, tal como les había prometido  el genio, duraría cientos de años. Aladino y Jazmín se abrazaron y corrieron a recuperar su lámpara. Fue entonces cuando le contó a su mujer toda la historia y el poder que la lámpara de aceite tenía. Frotó la lámpara y como siempre, salió el gran genio que siempre concedía todos los deseos de su señor.
– ¿Qué deseas esta vez, mi amo?
– ¡Hoy me alegro más que nunca de verte! ¡Llévanos a casa, viejo amigo! – dijo Aladino riendo de felicidad.
¡Y así fue! Jazmín y Aladino regresaron a su hogar,  guardaron la lámpara maravillosa y fueron felices para siempre.